PASIÓN POR EL TÁCHIRA… conciencia, interacciones y cambio climático

Debo reconocer que si bien, siempre me he sentido comprometida con la naturaleza, no es sino desde hace una década, más o menos, que he tenido conciencia real en relación a los movimientos ecologistas y al manejo e impacto que produce la humanidad en el planeta, por su incapacidad de ver a la tierra como un organismo vivo, un sistema dinámico y auto regulado. O sea, el aleteo de la mariposa…lo que se interviene por aquí, revienta por allá.
El cambio climático, es indudablemente una de las consecuencias más inquietantes de la explotación irracional de los recursos –tanto naturales como humanos- que se haya instalado en la sociedad actual, al punto que desde grandes corporaciones -quienes dicen, pero hacen lo contrario-, hasta movimientos ecológicos de base, individual o colectivamente expresan con temor los trastornos que está ocasionando. Sin embargo, el deseo de arrasar, concentrar, acaparar, de gobiernos, empresas y personas es de tal magnitud que bloquean el grillito de la conciencia para acallar aquello que pudiera generar acciones para salvar nuestro planeta.
Son muchas las conferencias y grupos que están “construyendo un movimiento global para solucionar la crisis climática”, pero para lograrlo se necesitan acciones colectivas globales.
Según el libro “Desierto: Manifiesto post-ecologista”, “existen tres tendencias principales. Primero están los que tienen creencias similares a las de Greenpeace (entendiendo que la acción directa es la estrategia de concientización o grupos de presión ciudadana). En segundo lugar vienen los que emplean el discurso del cambio climático para alentar movilizaciones locales, que aunque probablemente no tengan efecto alguno sobre el cambio climático, mantienen objetivos prácticos y realizables, como por ejemplo, detener la destrucción de un ecosistema determinado o el empobrecimiento de la calidad de vida de una comunidad, o simplemente incrementar la capacidad de autogestión. Por último habla de los anticapitalistas nostálgicos, que conciben la justicia climática como la metamorfosis del movimiento alter-globalización”.  Lo cierto, es que consideran que un futuro global solo será posible si la humanidad se organiza, y que la realidad es que nada puede detener en estos momentos el cambio climático, lo cual plantea serios desafíos, derrotas, pero también apertura de posibilidades.
En el caso concreto del Táchira, que es nuestra ancla, para no divagar sin rumbo, podemos percibir, que aún tenemos inmensos recursos hídricos, extensas áreas todavía arborizadas, pero lo que ocurre en el mundo nos afecta, así como lo que ocurre en nuestro continente, en nuestro país, en nuestra región, en nuestra ciudad. Eso de proponerse una acción colectiva de concientización, o acciones individuales para la concientización colectiva, no es fácil, y supone desgaste, rabias, alegrías, y otras muchas emociones no precisamente racionales.
En estas últimas semanas nos hemos visto afectados directamente por la sequía implacable que ha mermado nuestras fuentes de agua brutalmente. Sin embargo, aún así nos cuesta tomar actitudes responsables en relación al uso racional y al racionamiento del agua.
Esto mismo se aplica a nuestro manejo de los residuos sólidos y líquidos. Pienso que prácticamente la mayoría de las personas, conocen o han oído hablar de las 3R, de la reducción del consumo, del reciclaje y la reutilización, sin embargo, implementarlos no es fácil. Y como todo en la naturaleza está concatenado, ese mal manejo de los residuos influye en nuestros cursos de agua.
Como una propuesta de acción directa en relación a la concientización, para nuestra ciudad, es que en una alianza, CISP-UNET, Consejo Comunal, se planteó iniciar, este pasado sábado, los talleres de Promotores Ambientales Comunitarios. Sin embargo, por medidas preventivas de seguridad y salud tuvieron que ser suspendidos.
Estos talleres gratuitos que se realizarán durante aproximadamente 3 meses, todos los sábados entre 8:30 a 11:30 am, tienen como propósito que las comunidades se formen en esta área, conociendo el Proyecto Andes en acción climática. Se conversará sobre la problemática ambiental y los objetivos de desarrollo sostenible, así como qué es el cambio climático y la posible respuesta ante él: la mitigación y la adaptación con enfoque multinivel.
Sin muchas pretensiones, se espera lograr pequeños objetivos prácticos y realizables, que sumados a otros, de otras comunidades, se enlacen y logren generar un cierto impacto en el mejoramiento de nuestras condiciones de vida.
Pero, tengamos claro lo siguiente: estas primeras acciones colegiadas constituyen el primer paso de una larga marcha. Dentro de la estructura actual mundial es difícil, ya acercándonos a lo imposible, revertir este proceso auto-destructivo. Los cambios tendrán que ser radicales, de raíz. No hay otra solución. Mientras más tardemos en actuar co-responsablemente los humanos ya globalizados, más duro y radical tendrá que ser el cambio. Las ganancias de unos pocos y de modo inmediato, será causa de pérdidas de muchos y por largo plazo. La pandemia del Covid-19, inducida o no, es una demostración de la interconexión planetaria y de cómo habrá que aprender a estudiar y resolver los conflictos globales a partir de los locales, y viceversa, de un modo realmente vinculante. Es un camino inédito en la historia de la humanidad, para lo cual no disponemos de recetas. Pero, eso sí, hay que actuar con prudencia y sabiduría, lo que pareciera que falta en quienes detentan cargos, desde los porteros que no dejan pasar ‘por órdenes superiores’ (que la mayoría de las veces no son tales), hasta los presidentes de las grandes naciones del mundo. Todo esto, en última instancia, constituyen las peores causantes de los males que nos aquejan.
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