Señor Carlos Eleazar Alviárez Sarmiento homenaje del Cronista de La Ciudad Dr. Luis Hernández

Se acaba el año y todos presurosos y emocionados escuchan la radio. En la cabina de Ecos del Torbes, Carlos Alviárez Sarmiento con su voz baritonal, comedida, sin apremios, va cantando los segundos que se agotan. Con el fondo del porro “El Año Viejo”, la cuenta regresiva marca el tiempo, “cinco, cuatro, tres, dos… las doce… Feliz Año Nuevo…” y el Himno Nacional hace brotar lágrimas de alegría y de tristeza por los que se abrazan… y por los que no están. Misión única que cumple desde hace treinta años, la voz oficial de la emisora fundada por don Gregorio González Lovera. Tarea singular escuchada y compartida por buena parte de la población tachirense, como una inveterada costumbre, desde los tiempos de Elbano Beracierto, desde los días de J. J. Mora.

En “la capital del mundo”, como bautizó a Lobatera, nació el 13 de diciembre de 1939. Mientras estudiaba en la escuela “Emilio Constantino Guerrero”, en su casa, la radio ocupaba lugar preeminente. Ecos del Torbes estaba fija en la onda corta que sólo pasaba a Radio Continente para sintonizar “Tamakún”, “El Vengador Errante” y a las 6 de la tarde “El derecho de nacer”, hora en la que no se podía respirar, menos hablar. Esto hizo al niño un natural animador de los actos culturales, ofreciendo las palabras, presentando el programa. Fue a Caracas y estudió radiotelegrafía, además de realizar un curso de locución, pero volvió a su tierra y se hizo operador de plantas termoeléctricas, trabajando en la empresa eléctrica del Estado, Cadafe. Al concluir otro curso de locución con Manolo Rincón, obtuvo su título, el número 3.221, siendo el mejor del examen. A los días recibió una llamada de J. J. Mora, su paisano, quien lo invitaba a cubrir una guardia dominical en Ecos, la tarde del 2 de julio de 1962.

Había narrado noticias, informalmente en Ondas de América, pero ahora hacía radio “de verdad”, con el mismo entusiasmo como lo hace hoy día en algunas estaciones del norte tachirense. Siguió los fines de semana y conoció, por fin, al “viejo” González Lovera. El día que mataron a Kennedy no volvió a su trabajo en Cadafe, quedándose en la oficina de prensa de Ecos, viviendo la noticia, luego pasó a la guardia del mediodía, después de El Correo Meridiano.

La Vuelta al Táchira encauzó su vida. En una unidad móvil de Cadafe con un radio de comunicaciones de 2 metros, aprendió al lado de Carlos Arturo Rueda, el gran narrador de Colombia. Sólo observó. Así fue a la Vuelta de la hermana república, sin hablar, observando los pasos de tan complejo oficio, hasta que le dijeron “narre para que vaya aprendiendo”. Entonces, se bajó del transmóvil colombiano, subiéndose al Ecomóvil Nº 1 que difundía a los cuatro vientos su gran talento de narrador. Hizo equipo con la gente de RCN y se lanzó de lleno en el básquet. Aún su voz retumba en el Gimnasio Cubierto en las finales de Panteras del Táchira, y en el baloncesto Femenino  su característico “Juana, Juanita, Juana”, cantando la pericia de una magistral jugadora.

Hijo putativo de González Lovera, Carlos Alviárez creó el ecomóvil, la econoticia, consustanciándose de lo que Ecos del Torbes representa. Hizo musicales, leyó noticiarios y creó el programa de entrevistas “Interviú” en 1984. Como periodista colegiado ha estado en varios Mundiales de Fútbol y en cuatro Olimpíadas. Voz oficial de las campañas políticas de la socialdemocracia venezolana, recibió el apoyo para hacer una emisora, pero leal a su jefe y amigo, jamás se vio compitiendo con él. El destino lo obligó a despedir a Jota Jota y a don Gregorio, rindiéndoles tributo sin igual.

Hombre del pueblo, campechano, alegre, sin pretenderlo se convirtió en referencia obligada y en icono del Táchira. Prefirió refugiarse en Lobatera al lado de sus muchachos, de sus nietos y de la bisnieta que colman su alegría y sus ratos, imbuido entre libros y periódicos satisfaciendo su gran pasión de lector voraz. Allí está, en su casa esquinera, la misma de sus padres, en la más importante calle de “la capital del mundo”, recorriéndola como el más notable de sus hijos.