
Martes 13 Mito o Realidad de la Mala Suerte
Desde tiempos inmemoriales, el martes 13 ha estado envuelto en un halo de superstición, considerado por muchos como un día aciago. Pero, ¿de dónde proviene esta creencia tan arraigada en diversas culturas, especialmente en el mundo hispanohablante?
Las raíces de esta superstición son complejas y se entrelazan con la historia y la mitología. Por un lado, el número 13 ha sido históricamente asociado con la mala fortuna. En la Última Cena, Judas Iscariote era el decimotercer comensal, y en la mitología nórdica, Loki, el dios embaucador, era el decimotercer invitado a un banquete divino, desencadenando una serie de eventos trágicos.
Por otro lado, el martes también tiene sus propias connotaciones negativas. En la mitología romana, Marte era el dios de la guerra, y el martes (martes en español, mardi en francés, martedì en italiano) está dedicado a este planeta, asociado con la violencia y el conflicto. La caída de Constantinopla en manos de los turcos otomanos ocurrió un martes 29 de mayo de 1453, lo que también pudo haber contribuido a la mala fama de este día de la semana.
La fusión de un día «malo» con un número «malo» parece haber creado una tormenta perfecta de superstición. A lo largo de los siglos, esta creencia se ha transmitido de generación en generación, influyendo en las decisiones y comportamientos de muchas personas. Evitar casarse, viajar o iniciar proyectos importantes en un martes 13 son algunas de las precauciones que toman aquellos que se adhieren a esta superstición.
Sin embargo, es importante recordar que la mala suerte es una cuestión de azar y no está ligada a una fecha específica. Si bien las creencias pueden tener un impacto psicológico en las personas, no existe evidencia científica que respalde la idea de que el martes 13 sea inherentemente desafortunado.
En última instancia, la decisión de temer o no al martes 13 es personal. Para algunos, será un día como cualquier otro, mientras que para otros, será una jornada para tomar precauciones adicionales. Lo cierto es que la persistencia de esta superstición nos recuerda el poder de las creencias culturales y cómo pueden influir en nuestra percepción del mundo.