
De la piedra a la jeringa La revelación artística que forjó a Fredy Mora
Una conversación con el maestro tachirense que transformó una vocación autodidacta en un legado cultural.
Les damos la bienvenida a este espacio para hablar sobre la vida y obra del artista Fredy Mora. Con más de 30 años de carrera, Mora se ha consolidado como una figura fundamental en la cultura del estado Táchira.
Nacido en Córdoba, Venezuela, es egresado en Educación Integral y Magíster en Orientación de la Conducta. A lo largo de su trayectoria, no solo ha creado arte, sino que también ha dejado una marca importante como director e instructor en la Casa de la Cultura de Santa Ana, formando a nuevas generaciones de artistas. Su trabajo ha sido reconocido con múltiples premios y menciones, destacándose sus murales y su participación en importantes exposiciones.
Mencionabas que empezaste como autodidacta desde preescolar y que tu vocación se consolidó por el apoyo de un maestro. ¿Cómo fue ese momento en el que el profesor Tomás Yanes te motivó a ver la piedra tallada no como un simple objeto, sino como una obra de arte con valor?
Respuesta: La verdad, fue un punto de quiebre. Yo tenía esa piedra sin darle importancia, y la usaba para trancar una puerta. Cuando el profesor Yanes la vio, me dijo que tenía talento y que no sabía lo que estaba haciendo. Sus palabras me hicieron ver esa pieza con otros ojos y fue ahí donde comprendí que lo que yo hacía por intuición tenía un valor artístico. Fue él quien me impulsó a tomarlo en serio y a buscar mi camino en el arte.
Señalabas que tu formación académica se inclinó hacia la Educación Integral por no poder estudiar Artes en Mérida. ¿Crees que esa formación, tan diferente al arte, ha influido de alguna manera en tu estilo o en tu enfoque como artista?
Respuesta: Completamente. Aunque no fue mi primera opción, estudiar Educación Integral me dio una base pedagógica y de orientación de la conducta muy sólida. Creo que esa formación ha sido clave en mi rol como instructor de dibujo y pintura en la Casa de la Cultura. Me ha permitido conectar con mis estudiantes, entender sus procesos y ayudarlos a descubrir su propio talento, algo que, sin esa preparación, quizás no hubiera logrado con la misma efectividad.
Hablas de tu transición del realismo y el hiperrealismo al cinetismo. ¿Qué te llevó a buscar un estilo nuevo, algo «autóctono» que no estuviera ya en el mercado, y cómo fue ese sueño revelador de «las líneas chorreadas»?
Respuesta: El realismo me salía natural, pero sentía que eran temas ya muy explorados. Yo quería crear algo propio. Estudié la obra de Jesús Soto y Carlos Cruz-Díez, y en medio de esa búsqueda, tuve un sueño muy vívido. Vi las líneas chorreadas, moviéndose por gravedad y fuerza centrífuga. Me desperté y, en menos de una hora, ya estaba pintando lo que había visto. Fue una revelación que me permitió encontrar un estilo único, mi voz propia en el arte.
Mencionabas sobre el impacto que tuvieron tus trabajos en la crítica de arte, destacando la opinión del maestro Aquiles Ortiz. ¿Qué significó para ti recibir el reconocimiento de una figura tan importante en el ámbito artístico nacional e internacional, especialmente por esa obra cinética inspirada en tu sueño?
Respuesta: Fue un honor y una validación inmensa. Cuando el maestro Aquiles Ortiz evaluó mi obra, que nació de una revelación, y dijo que era «excelente», sentí una confirmación profunda. Saber que un experto de su talla reconocía la calidad y la originalidad de mi trabajo me dio la confianza para seguir explorando ese camino y me motivó a creer en mi propia visión artística.
Lograste el primer lugar en el concurso de afiches para la FISS 94 y entraste en el Salón Binacional de Artes Visuales de la Frontera Colombo-Venezolana. ¿Podrías contarnos qué representaron estos dos logros tempranos en tu carrera y cómo te abrieron las puertas en un momento en el que la tecnología no dominaba la creación artística?
Respuesta: Esos dos logros fueron trascendentales. Ganar el concurso del afiche me lanzó al mundo del arte de una manera inesperada. En esa época, los afiches eran obras plásticas, hechas a mano, y competir y ganar contra maestros de trayectoria fue una gran sorpresa. Entrar al Salón de la Frontera, con la obra cinética que nació de mi sueño, consolidó mi posición. Fueron las plataformas que me dieron visibilidad y me demostraron que mi arte tenía un lugar importante.
Mencionabas que utilizas una técnica mixta de óleo y acrílico, y que aplicas la pintura con jeringas para lograr un efecto de «fuerzas centrífugas y centrípetas». ¿Cómo descubriste esta técnica tan particular y qué desafíos o ventajas presenta el uso de una herramienta tan poco convencional?
Respuesta: La idea de usar jeringas fue parte de la exploración que siguió a mi sueño. Quería replicar esas líneas chorreadas que vi, y la aguja de una jeringa, junto a la presión, me permitió controlar el flujo de pintura de una manera que un pincel no podía. Es un proceso que requiere mucha precisión y manejo de la fuerza, pero me brinda una libertad única para crear movimiento y texturas que son imposibles de lograr con métodos tradicionales.
En tus declaraciones, hablas sobre el error de haber vendido una obra que los críticos consideraban invaluable, pero que te la compró una coleccionista. ¿Qué reflexiones te ha generado esa experiencia con el tiempo, y cómo ha influido en tu relación con tu propio arte y con el mercado de coleccionistas?
Respuesta: En su momento, no entendía el valor de esa obra como lo veían los críticos. La vendí porque era una gran oportunidad y necesitaba el dinero, pero con el tiempo he comprendido su importancia. Esa experiencia me enseñó a valorar más mi trabajo, a entender que algunas obras tienen un significado que va más allá de lo económico. Ha hecho que sea más selectivo con mis creaciones y me ha conectado más con el impacto que mi arte puede tener.
Has dedicado gran parte de tu vida a la enseñanza, formando «desde niños de 6 años hasta de 99 años» en tu academia. ¿Qué te motiva a seguir enseñando y cuál crees que es el mayor legado que has dejado en tus estudiantes, más allá de la técnica y el color?
Respuesta: Lo que me motiva a seguir enseñando es ver cómo el arte puede transformar a las personas. No es solo enseñar a pintar o dibujar; es ayudar a que la gente descubra esa parte de sí mismos que no sabían que tenían. Mi mayor legado es haberles dado las herramientas para que saquen ese «niño» artista que todos llevamos dentro, sin importar la edad. Verlos florecer y encontrar su propia voz a través del arte es la mayor satisfacción que puedo tener.


