Banderillas

Banderillas

Con un lleno de los que hace muchos años no se veía en San Cristóbal, cerró la edición 59 de la Feria Internacional de San Sebastián en la última tarde del ciclón taurino que finalmente se dió en un mano a mano entre el torero español Manuel Escribano y el venezolano Jesús Enrique Colombo.

 

Los diestros lidiaron y ejecutaron la suerte suprema a toros procedentes de la ganadería de lidia venezolana de Los Aranguez, astados bien presentados en peso y edad, salvo el que salió en quinto lugar, el más chicho de los siete que salieron al ruedo de la Monumental «Hugo Domingo Molina».

 

Ataviado de nazareno y oro, Manuel Escribano recibió a Palpitante al que lidio con mucha sabiduría y cabeza fría, sin sentirse cómodo producto de las dificultades que presentó el pupilo de Jesús Riera, que se vino a menos, escuchando el de Gerena un aviso, pero recetando una dosis certera de acero.

 

Con Oneroso, su segundo toro, el ibérico se empleó más a fondo, avivó su faena con el fuego de la espectacularidad que hizo al público solicitar el indulto, sin embargo Escribano conocedor de lo efectivo con el estoque no se dejó hipnotizar por los cantos de sirena luego de escuchar un aviso z se fue como una vela sobre los lomos de Oneroso, recibiendo la ovación del público y de la presidencia dos orejas que paseo orondo en una merecida vuelta al ruedo.

 

Para su tercera comparecencia en la repleta plaza, Manuel Escribano se enfrentó a «Caballero» que no se prestó para el lucimiento del coleta español que intentó agradar pero el burel que no transmitió, muy a pesar del oficio y la exposición del toro, pues la materia prima, es decir el toro,  se quedó muy temprano sin gas.

 

En el toro de regalo, también de Los Aranguez y de nombre «Amurallado»  Escribano volvió por lo suyo, es decir, a derrochar voluntad, valor y entrega ante un morlaco que le ofreció una lidia complicada, sacando pases con pinzas pues haciendo honor a su nombre, fue una muralla, muy soso y sin transmisión. Sin embargo ese empecinamiento y ganas de justificarse, permitió que Usia le diera en premio la oreja.

 

El del Patio Jesús Enrique Colombo vestido de gris plomo y oro se presentó en su plaza derrochando entrega, valor y facultades destacando por supuesto su explosiva suerte de banderillas y la estrada, la firma que lo identifica.

 

En su primer toro, el de Táriba, demostró el grado de madurez que ha venido ganando con el tiempo, lo recursivo que es con la suerte de capa y en la muleta instrumentó un faena muy torera, donde mezclo pases de gran factura y algunos de galería que le sirvieron de conector para que la afición, luego del espadazo bañara de pañuelos los tendidos solicitando las orejas que no demoraron en caer.

Una copia en la lidia fue su segunda saluda, es decir, fue variado con el percal, espectacular con las banderillas y con la pañosa desarrolló un trasteo interesante, destacando las luquesinas que le valió la ovación del repleto recinto taurino, mereciendo otro apéndice

 

Para el tercero de su lote y último de lidia ordinaria, Jesús Enrique Colombo se fajó en una faena de importancia, sacando muletazos a un toro que se vino a menos, buscando el diestro recursos de conexión con los tendidos, lo cual logra con prontitud, para dejar un estoconazo hasta la cinta en los lomos de este sexto toro, cortándole una oreja que no tuvo tiempo de pasear por el ruedo, pues tuvo que salir cual saeta a la ciudad de Cúcuta para cumplir su compromiso de este domingo en la Mérida mexicana.

 

Ficha del festejo

 

Ganadería Los Aranguez, bien presentados en líneas generales con peso y edad salvo el quinto que resultó el más chico de la corrida y el menos lucido

Manuel Escribano: Nazareno y oro Silencio tras aviso, dos orejas tras aviso silencio y oreja.

 

Jesús Enrique Colombo:, Gris plomo y oro: Dos oreja, oreja y oreja.

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