En la Antigua Grecia inicia la historia con la diosa Rea que no solo era la diosa de la fertilidad y la maternidad, sino que era considerada la madre de la humanidad por haber dado a luz a Hestia, Hades, Deméter, Poseidón, Hera y Zeus. Es por ello que, cada año al inicio de la primavera, los griegos celebraban un festival para venerar a esta deidad. Así mismo, en Roma se realizaban rituales similares para homenajear a Cibeles, diosa de la tierra, y en Egipto se honraba a Isis, la Gran diosa madre.
Más tarde, el cristianismo concentró todo este simbolismo en una sola figura: la Virgen María, cuyo día es el 8 de diciembre, llamado oficialmente Día de la Inmaculada Concepción. Así pues, en países de tradición cristiana, este era el día en que se alababa a las madres y así se mantuvo hasta bien entrado el siglo XX.
El Día de la Madre tal y como hoy lo conocemos tiene su origen en 1865, en el escenario de un país recién salido de la Guerra de Secesión.
La activista Ann Maria Reeves comenzó a organizar reuniones de madres, llamadas Reuniones del Día de las Madres, para poner en común opiniones y experiencias en conjunto. Allí fue donde una de las líderes del movimiento feminista, Julia Ward Howe, empezó a desarrollarse también como activista y escritora.
En 1870, como forma de respuesta pacífica a las tragedias vividas durante la guerra, y para compadecerse con las víctimas de la Guerra Franco-prusiana, Ward Howe llamó a las mujeres del mundo a unirse para promover la paz en el mundo, a través de su poema titulado Proclama del día de las madres.
En 1907, coincidiendo con la muerte de la madre de una miembro de las Reuniones, el movimiento de mujeres solicitó al gobierno convertir el 12 de mayo -el segundo domingo del mes- en un día dedicado a las madres del mundo.
Así pues, el Día de la Madre se oficializó en 1914, bajo el mandato del presidente Woodrow Wilson, y es el que se mantiene todavía en Estados Unidos y en otros países que se unieron a la celebración, como Colombia y Venezuela.